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Recursos para instructorxs, profesionales de la salud y practicantes del yoga que desean aprender sobre la relación entre la diversidad humana, la justicia social y las enseñanzas tradicionales del yoga.

  • Foto del escritor: Lenna Garay Rodríguez
    Lenna Garay Rodríguez
  • 8 may 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 18 may 2024


mujer practicando postura virabhadrasana II en silla

Descripción: La autora practicando frente a un mural la postura virabhadrasana II (el guerrero II) utilizando una silla plástica. (Copyright © Lenna Garay Rodríguez)



Aunque practico el yoga desde el 2013 y había usado la palabra ‘accesibilidad’ en el contexto de las luchas sociales, la primera vez que asocié esta con el yoga fue en el 2020, durante mi adiestramiento de 200 horas en el estilo vinyasa con Michelle Young, del estudio My Vinyasa Practice (MVP). El logo de MVP venía acompañado de tres palabras que son algo así como el mantra del negocio: “authentic, affordable, and accessible” (en español: auténtico, asequible y accesible). Al observar con detenimiento el logo empecé a cuestionar para mis adentros: 


  • ¿Cuál es la diferencia entre asequibilidad y accesibilidad? 

  • ¿De qué formas el estudio donde me estoy certificando pone en práctica estos conceptos?

  • ¿Cómo se vería en la práctica una clase de yoga accesible? 


En español, las palabras accesibilidad y asequibilidad suenan parecidas, tienen significados similares y hasta aparecen en distintos diccionarios como sinónimos. Sin embargo, hay una diferencia sutil en sus significados. Luego de una búsqueda rápida en Google, pensé que si la asequibilidad significaba tener la capacidad monetaria para alcanzar o conseguir algo, seguramente la accesibilidad debía referirse a algo mucho más amplio y complejo que solo el acceso económico. 


Precisamente, decidí certificarme como instructora en MVP porque lo consideré una opción accesible para mí. Eran tiempos de la pandemia de Covid-19 y me encontraba desempleada. Dadas mis limitadas capacidades de pago, consideré que el costo del programa era razonable y asequible. A su vez, su formato en línea hizo posible que me convirtiera en maestra de yoga a pesar de que vivo en Puerto Rico y el estudio está ubicado en Austin, Texas.


Sin embargo, aunque el estudio promueve la accesibilidad en su slogan de negocios y mediante sus bajos costos y formato en línea, el adiestramiento no me brindó las herramientas necesarias para crear experiencias de yoga inclusivas o adaptar las prácticas de asana y pranayama para poblaciones específicas (por ejemplo, adultxs mayores o personas con diversidad funcional). En este sentido, terminé mi primer training con más preguntas que respuestas sobre cómo poner en práctica la accesibilidad al enseñar yoga a personas con necesidades particulares.



Aprendí a enseñar de forma inclusiva por necesidad


Una vez comencé a enseñar clases en el estilo vinyasa, el concepto de accesibilidad volvió a tomar relevancia para mí. Las clases de asana en el estilo vinyasa por lo general son activas, rápidas, dinámicas y físicamente demandantes, por lo que en la actualidad no las considero la mejor opción para personas que se están iniciando en el yoga. 


Los deseos iniciales de mi ego eran enseñar el estilo vinyasa a personas que tuvieran prácticas de asana de nivel intermedio o avanzado, tal vez inconscientemente para demostrar (¿a quién?) que tenía una práctica avanzada. Sin embargo, mis primeras estudiantes fueron en su mayoría mujeres mayores de 60 años, lo que me obligó a repensar mi forma de enseñar y tomar en cuenta sus edades, habilidades físicas y situaciones de salud al planificar y facilitar mis clases.


Luego, cuando empecé a enseñar yoga informada en trauma a mujeres sobrevivientes de violencia doméstica en un albergue local de Puerto Rico, mis estudiantes volvieron a regalarme una lección valiosa sobre la inclusión y accesibilidad. La organización falló en informarme de antemano que la mitad del grupo estaba compuesto por mujeres mayores de 50 años que tenían condiciones de salud que limitaban su movilidad. Para mi sorpresa, una porción significativa del grupo no podía llevar a cabo la práctica en el suelo.


Para que todas las participantes pudieran beneficiarse del servicio por igual, tuve que aprender en la marcha a facilitar clases de yoga mixtas; es decir, demostrando simultáneamente la secuencia en el mat y en la silla. Hoy recuerdo con cariño estos tiempos de aprendizaje, pero en aquel momento fue frustrante e intimidante tener que lidiar con la situación sin apoyo institucional y aprender “a la mala” destrezas que nunca me enseñaron en ninguno de mis teacher trainings.



Hacia un Yoga para todxs


Mis primeras experiencias enseñando yoga me hicieron consciente de lo increíblemente excluyente que es la práctica del yoga para tantas personas que no cumplen el imaginario falso que ha creado la industria del “Health & Wellness” sobre lo que representa ser unx yogui. Por otro lado, estas experiencias abrieron mis ojos ante la necesidad enorme que existe de que lxs profesionales del yoga tengamos las herramientas adecuadas para atender a personas con necesidades diversas y comunidades marginalizadas


A través de mi propia práctica como estudiante y maestra, he entendido que asumir el rol del maestrx no se trata de repetir sin cuestionar lo que aprendimos de nuestrxs propixs maestrxs. Tampoco se trata de obligar a nuestrxs estudiantes a replicar y hacer lo que decimos como soldadxs sin mente propia, solo para satisfacer nuestros egos. 


En cambio, enseñar yoga se trata de transmitir una tradición filosófica oriental de forma culturalmente responsable, inclusiva y humanizada, reconociendo las identidades, experiencias y necesidades de cada una de las personas que llegan a nuestra clase confiando en nosotrxs sus procesos de sanación. Enseñar desde el lente de la accesibilidad es rescatar las enseñanzas e intenciones originales del yoga y compartirlas con aquellxs que no suelen tener acceso a ellas. A fin de cuentas, ¿qué somos lxs instructorxs de yoga sino eternxs estudiantes, simples acompañantes y mensajerxs humildes de unas enseñanzas que nos preceden por miles y miles de años?




Referencias


  1. Desikachar, T.K.V. (1995). The Heart of Yoga: Developing a Personal Practice. Inner Traditions International.

  2. Patanjali (s/f). The Yoga Sutras of Patanjali: Translation and Commentary by Sri Swami Satchidananda. Integral Yoga.

  • Foto del escritor: Lenna Garay Rodríguez
    Lenna Garay Rodríguez
  • 8 may 2024
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 2 jun 2024


Mujer practicando una variación de la postura del ángulo invertido

Descripción: Mujer con el pelo corto practicando sobre un mat una variación de la postura del ángulo invertido, utthita trikonasana, apoyando su mano izquierda sobre su espinilla. (Cortesía de Wix)



Espera un momento, ¿me estás diciendo que el yoga realmente es adecuado para todas las personas?


En el artículo anterior exploramos una definición general del yoga de acuerdo con el Yoga Sutra de Patanjali, un escrito filosófico fundamental del yoga. En este y otros textos antiguos como el Bhagavad Gita y los Upanishads se describe toda una ética detrás del estilo de vida y forma armoniosa de interactuar con el mundo que promueve el yoga.


Dadas mis experiencias personales como estudiante e instructora de yoga, la considero una herramienta poderosa para sanar el trauma individual y colectivo y encontrar la paz interior dentro de las complejidades de la existencia humana. 


Sin embargo, en el mercado del yoga moderno no todo es tan perfecto, ideal y utópico como lo describen las escrituras tradicionales. Al fin y al cabo, esta industria no es sino un reflejo perfecto de nuestra sociedad capitalista. Pienso que la forma más sencilla y a la vez compleja en la que la industria del “Health & Wellness” ha colonizado el yoga es reduciéndolo a una simple modalidad de ejercicio y, a la vez, un negocio muy atractivo y monetizable. 


Así, abundan las escuelas, instructorxs y programas de adiestramiento que solo enseñan su "trademark" específico de asana (posturas físicas) y pranayama (técnicas de respiración) e ignoran las raíces histórico-culturales de una tradición que nació en la India hace más de 4 mil años. En efecto, en muchos espacios bien intencionados donde se practica el yoga se comodifica la sabiduría original de esta disciplina, se excluyen a ciertas poblaciones de la práctica y hasta se reproducen dinámicas opresivas en las relaciones entre estudiante-maestrx y entre empleadx-empleadorx.



La comodificación del yoga moderno


Según su definición de diccionario, la palabra comodificar significa “transformar o cambiar algo mudando alguna de sus características” (Real Academia Española). En el caso del yoga como lo conocemos hoy, dicha filosofía y práctica oriental se ha convertido en un commodity, en un producto exótico para el consumo de las masas.


La comodificación del yoga es un fenómeno que está estrechamente relacionado al proceso de apropiación cultural que comenzó a ocurrir al este esparcirse a través de los Estados Unidos y Europa hace poco más de un siglo, un tema que seguiremos explorando a profundidad en futuras entradas del blog. 


Uno de los efectos de la comodificación y colonización del yoga ha sido la visión simplista del yoga que por lo general se tiene en Occidente. El mercado occidental ha tomado una práctica milenaria del este de Asia y la ha reclamado como suya, vaciándola de sus dimensiones y significados espirituales para reducirla a una modalidad cool y atractiva de ejercitarse.


Para convertirlo en un bien mercadeable, ha sido necesario para la industria descartar aquellas partes de la filosofía yóguica que están relacionadas a la ética, la meditación y la exploración de la espiritualidad mediante prácticas más esotéricas como el canto de mantras o el estudio de los textos tradicionales. En su libro, The Teacher’s Guide to Accessible Yoga, Jivana Heyman (2024) dice:


Me pregunto cómo hemos llegado a este punto. Supongo que es una combinación de factores: una industria competitiva con mucho dinero en juego, una mentalidad colonizadora siempre buscando algo para mercadear y nuestra naturaleza generalmente competitiva. (p. 126)


En la actualidad, se ha empaquetado el yoga como una clase de fitness con una duración determinada, por lo general una hora, en la que todxs lxs estudiantes llevan a cabo la misma secuencia de posturas y movimientos que quien guía la sesión. Dependiendo del estilo de yoga, por lo general estas clases son coreografías aceleradas y físicamente retantes en las que se proveen pocos—o ningún—acomodos para principiantes o personas con necesidades particulares, como personas con movilidad limitada o situaciones de salud. 


Pienso que la obsesión de la industria del yoga con la parte física de la práctica es en parte responsable de mantener alejadas a muchas poblaciones que podrían beneficiarse de esta pero no la consideran inclusiva o adecuada para ellas. Una búsqueda rápida de la palabra 'yoga' en Instagram basta para entender lo que el imaginario colectivo suele pensar sobre el yoga: que debes cumplir con una larga lista de cualidades para poder practicarlo—ser delgadx, blancx, extremadamente flexible y adineradx, entre otras.


Tanto en el internet como en la vida real, es palpable la falta de representación que existe en el mundo del yoga de las poblaciones históricamente excluídas. Piensa un momento en los espacios o estudios de yoga que frecuentas: ¿cuántas personas negras asisten regularmente a clase? ¿y personas pobres o de escasos recursos? ¿y personas trans y queer? ¿y personas gordas? ¿y adultxs mayores o personas en silla de ruedas? ¿pueden estxs últimxs tan siquiera entrar al espacio donde enseñas o practicas? ¿tú o lxs instructorxs que conoces sabrían cómo adaptar la práctica para estas personas?



Hacia un yoga para todos, todas y todes


Una de las formas de retar la visión capitalista y colonizadora del yoga moderno es aplicando a nuestra enseñanza el enfoque de la inclusión y accesibilidad. La accesibilidad es un concepto amplio que reconoce la existencia de barreras físicas, estructurales, culturales, económicas, políticas y hasta simbólicas que obstaculizan el acceso de una población a algo, en este caso la práctica del yoga. 


Dichas barreras están relacionadas de forma directa a los sistemas que reproducen la desigualdad social, tales como el racismo, colonialismo, capitalismo, machismo y misoginia, supremacismo blanco, capacitismo y gordofobia, entre otros. Heyman (2024), a quien se le atribuye ser la primera persona en aplicar el concepto de la accesibilidad al yoga, explica que la accesibilidad es multifacética y que se afirma al garantizar la representación de las personas que no se sienten bienvenidas o incluidas en un espacio.


Dicho esto, el yoga accesible no es un nuevo estilo de yoga, sino una perspectiva basada en la justicia social que se puede aplicar a cualquier linaje de yoga para crear ofrecimientos sensibles y adaptados a diferentes poblaciones: adultxs mayores, niñxs y adolescentes, personas con diversidad funcional o situaciones de salud particulares, población confinada, comunidad LGBTTQIAP+ y muchas más.


Si bien no es posible transformar toda una industria por nuestra propia cuenta, mi propósito y esperanza con Yoga Accesible es que más profesionales del yoga se interesen por hacer de sus servicios espacios más inclusivos, compasivos y acogedores para diferentes poblaciones. Como personas que estamos insertadas en una cultura específica y formamos parte de un colectivo social, estoy convencida de que lxs maestrxs de yoga tenemos la capacidad de crear cambios en el estatus quo, aunque sea desde nuestro pequeño entorno inmediato.



Referencias


  1. Basavaraddi, I.V. (2015). Yoga: Its Origin, History and Development. Ministry of External Affairs, Government of India. Recuperado en https://www.mea.gov.in/search-result.htm?25096/Yoga:_su_origen,_historia_y_desarrollo#:~:text=It%20is%20an%20art%20and,'%20or%20'to%20unite'.

  2. Desikachar, T.K.V. (1995). The Heart of Yoga: Developing a Personal Practice. Inner Traditions International.

  3. Heyman, J. (2024). The Teacher's Guide to Accessible Yoga: Best Practices for Sharing Yoga with Every Body. Rainbow Mind Publications.

  4. Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (2003). Un paso más hacia la inclusión social: Generación de conocimiento, políticas y prácticas para la inclusión social. Universidad Autónoma de Barcelona. Recuperado en https://www.plataformaong.org/ARCHIVO/documentos/biblioteca/1366207686_072.pdf

  5. Patanjali (s/f). The Yoga Sutras of Patanjali: Translation and Commentary by Sri Swami Satchidananda. Integral Yoga.

Lenguaje inclusivo

En Yoga Accesible celebramos la diversidad humana, en especial la diversidad sexual y de género. Por esta razón usamos el lenguaje inclusivo en nuestra página, usando la ‘x’ o ‘e’ para indicar el género neutro, el cual abarca por igual a las mujeres, hombres y personas con identidades de género diversas.

 

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